El desarrollo de las
industrias extractivas en la actualidad esta marcada por un creciente marco de
conflictos. Esta situación no es una exclusividad del Perú, sino que es una
tendencia que se repite en varios países en el mundo, con diferentes matices e
intensidades. Los temas suelen ser variados y van desde preocupaciones sobre el
cuidado del medio ambiente hasta cuestionamientos sobre la responsabilidad
social de la empresas pasando por temas de transparencia y relacionamiento
adecuado.
Una victima de este proceso
es la confianza, que por otro lado tampoco es un bien abundante hoy en día en
el Perú, la cual se ve resquebrajando cada vez más. La confianza es el ingrediente
principal de las relaciones humanas, sin ella no es posible llegar a acuerdos
duraderos, tener relaciones armoniosas, construir sociedades. En ese sentido,
es cada vez más crítico empezar a trabajar más intensivamente en la prevención
de los conflictos a través de la construcción de experiencias positivas que
refuercen la confianza.
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| Comité de Vigilancia Ambiental - Proyecto La Granja |
Este proceso suele ser particularmente útil en la medida
que se implemente en una etapa muy temprana del desarrollo de un proyecto.
Esto
permite que su conformación puede lograrse sin que de por medio haya un reclamo
o un conflicto relacionado con temas ambientales, brindando la oportunidad de
que los miembros de los comités cuenten con un periodo de tiempo suficiente
para el aprendizaje requerido en las actividades de monitoreo y vigilancia.
En la medida en que este
tipo de iniciativas se implementen en un contexto de conflicto en desarrollo, es
posible que la presión por obtener respuestas no permita un adecuado
aprendizaje de los miembros de los comités ya que la población, en estos casos,
exige resultados a plazos muy cortos.
El proceso de formación de
confianza generado por la vigilancia comunitaria, es un activo muy valioso
dentro del proceso de relacionamiento entre comunidad y empresa. Permite a la
comunidad tener mayor seguridad de que no hay acciones realizadas por la
empresa que los pueda perjudicar, al mismo tiempo que permite a la empresa mejorar
sus sistemas de monitoreo ambiental. Asimismo, esta confianza es la base para
la obtención de la licencia social y la planificación adecuada de los planes y
programas de responsabilidad social.
Asimismo, con las tareas de
monitoreo ambiental, la comunidad puede desarrollar una mayor conciencia de su
entorno ambiental, y con ello no sólo vigilar las actividades de la industria
extractiva, sino también los impactos negativos que la población puede generar
en el medio ambiente como es el caso del manejo de residuos solidos o la tala
intensiva de bosques para labores de agropecuarias.
Un caso de Comités de
Vigilancia Comunitaria actualmente en ejecución es la que presentamos en el
siguiente link: http://www.srmining.com/evento2011/presentaciones/s11/miguel_cervantes.pdf
Miguel Cervantes R.
Director Ejecutivo
CCPM Grupo Consultor
